La morgue de París organizaba «jornadas de puertas abiertas». Y ocasionaban tumultos con miles de visitas diarias
Los cadáveres en el depósito de París yacen, inmóviles, completamente desnudos salvo por unas pequeñas mortajas de cuero. Cada uno ha muerto por una causa distinta, y todos exhiben impúdicamente los motivos. Alguno ha sido apuñalado en el vientre. Otro se ha ahogado, está hinchado y su piel exhibe un obsceno color violeta. Otro ha sido aplastado por una pesada máquina en una de las fábricas de la ciudad francesa, cada vez más industrializada e implacable.
Todos ellos tienen algo en común. Ya…