China tiene un as para dominar el Pacífico: se llama 815A y su poder radica en el lugar desde el que puede vigilar a EEUU

China tiene un as para dominar el Pacífico: se llama 815A y su poder radica en el lugar desde el que puede vigilar a EEUU

Que China está decidida a intensificar sus operaciones navales está fuera de toda duda. No solo está levantando una flota de portaaviones que jamás ha tenido, sus operaciones con ejercicios combinados en aguas cercanas (y no tanto) dan fe de esa demostración explícita de su ambición global. Ahora, además, hay que sumar la última demostración de fuerza de Pekín: un gigantesco detective.

La nueva era de espionaje naval. Sí, los buques espía Type 815A se han convertido en una pieza fundamental de la estrategia marítima china. Su presencia recurrente en aguas disputadas y en ejercicios internacionales refleja la determinación de Pekín de proyectar poder y recopilar inteligencia estratégica de forma persistente.

De hecho, el reciente caso del Tianwangxing, interceptado por la Guardia Costera de Filipinas dentro de la zona económica exclusiva de Manila mientras escoltaba a un destructor y a un guardacostas chino, simboliza esta nueva etapa de vigilancia agresiva.

Y más. Lo notable es que la operación coincidió con el ejercicio aéreo Cope Thunder, en el que Estados Unidos desplegó por primera vez cazas furtivos F-35 en Filipinas, lo que revela cómo la Marina china orienta su espionaje naval a captar en tiempo real las capacidades militares de Washington y sus aliados en el Pacífico.

Flota en expansión. El origen del 815A se remonta a finales de los noventa, cuando China buscaba independencia tecnológica en materia de inteligencia naval. El primer buque, Beijixing, fue el primero totalmente diseñado y construido en el país, inaugurando una serie que desde 2010 se ha multiplicado con la llegada de variantes más avanzadas.

Con unas dimensiones de 130 metros de eslora y 6.000 toneladas de desplazamiento, estas embarcaciones cuentan con motores diésel de gran autonomía capaces de sostener misiones prolongadas a miles de kilómetros de sus bases. Al incorporar técnicas furtivas en el casco, mástiles cerrados y recubrimientos absorbentes, logran reducir su firma radar.

El Type 815A

One more thing. Sin embargo, el rasgo distintivo de la clase son sus voluminosos radomos, que protegen sistemas de inteligencia electrónica (ELINT), de comunicaciones (COMINT) y radares capaces de captar y analizar señales en amplios rangos del espectro electromagnético.

Capacidades de detección. Lo que realmente convierte a estos buques en una amenaza estratégica no es su armamento (reducido a cañones ligeros de autodefensa), sino su capacidad de tejer un mapa completo del entorno militar adversario. ¿Cómo? Pueden identificar emisiones de radar de portaviones y destructores a más de 700 kilómetros, e incluso hasta 1.200 según algunos informes, además de rastrear misiles y blancos aéreos a 1.500 kilómetros.

La información recopilada se transmite en tiempo real a través de enlaces satelitales redundantes conectados al sistema BeiDou, permitiendo una integración inmediata con misiles balísticos antibuque como el DF-26 o el hipersónico YJ-21. De esta manera, la presencia de un solo 815A en las inmediaciones de un ejercicio naval multinacional equivale a situar a toda una flota bajo la mira de los sistemas de ataque chinos.

Del mar al espacio. Plus: el nuevo buque de reconocimiento Liaowang-1 ha llevado esta doctrina aún más lejos. Sus sensores, con capacidad de detección de hasta 6.000 kilómetros y de seguimiento de satélites en órbita geoestacionaria, expanden el campo de vigilancia china al espacio.

Con seis radomos furtivos dotados de sensores multibanda, algoritmos de redes neuronales para clasificar objetivos con un 95% de precisión incluso bajo interferencia electromagnética, y módulos de radar AESA basados en nitruro de galio (diez veces más potentes que las generaciones previas), el Liaowang-1 constituye un salto que sitúa a China en ventaja frente a equivalentes estadounidenses como el Howard O. Lorenzen. Esto no solo fortalece la disuasión naval china, sino que abre un espectro de operaciones de control y advertencia temprana que trasciende la superficie marítima.

Estrategia de vigilancia. La práctica constante de enviar un 815A a vigilar maniobras internacionales (desde RIMPAC en Hawái hasta Talisman Sabre en Australia) se ha convertido en una táctica rutinaria. La mera entrada de uno de estos buques en el área de un ejercicio activa la red satelital china, lo que transforma un despliegue rutinario en una simulación de ataque en tiempo real.

Para los aliados de Estados Unidos, esta presencia significa tener que limitar emisiones de radar y comunicaciones, lo que reduce la efectividad de las maniobras conjuntas. Dicho de otra forma: en un escenario de conflicto abierto, la sombra de un 815A implicaría que la posición de cada buque enemigo ya estaría incorporada en los cálculos de guiado de misiles chinos.

Implicaciones estratégicas. Más allá de la guerra electrónica y el espionaje naval clásico, el 815A constituye un nodo central en el concepto de guerra multidominio chino, capaz de vincular la superficie del mar, el espacio aéreo y la órbita terrestre. Su visibilidad, sin embargo, representa también una debilidad, ya que sus radomos lo convierten en un blanco fácilmente identificable.

Los analistas prevén que futuras variantes incorporen antenas conformales integradas en el casco, aumentando su sigilo y reduciendo vulnerabilidades. También se anticipa la inclusión de sistemas de mando basados en inteligencia artificial para coordinar enjambres de drones y ataques electrónicos de forma autónoma, expandiendo el radio de acción de la inteligencia china más allá de lo físico.

Amenaza silenciosa. En resumen, los buques 815A, con su perfil bajo en términos de armamento y su enorme alcance en materia de inteligencia, encarnan el nuevo paradigma de la guerra naval: no es la potencia de fuego visible la que define la superioridad, sino la capacidad de recopilar, procesar y explotar datos en tiempo real para guiar armas de largo alcance.

China ha convertido a estas plataformas en multiplicadores estratégicos que garantizan que cualquier grupo de ataque estadounidense en el Indo-Pacífico esté bajo observación constante y, potencialmente, bajo amenaza directa de su arsenal de misiles. En ellos se condensa la transición de Pekín de ser una potencia regional vigilante a aspirante a superpotencia con capacidad de control del mar, del aire y del espacio exterior.

Imagen | Chairman of the Joint Chiefs of Staff, -EZEK, Simon YANG

En Xataka | El dominio de China se está extendiendo mucho más allá de las tierras raras. Incluso donde EEUU no tenía rival: el mar

En Xataka | China ha descubierto una ventaja para ganar la carrera de los portaaviones a EEUU: una «burbuja» en su defensa


La noticia

China tiene un as para dominar el Pacífico: se llama 815A y su poder radica en el lugar desde el que puede vigilar a EEUU

fue publicada originalmente en

Xataka

por
Miguel Jorge

.